EL DESEO DE
RAYITO
Rayito era un conejo que quería ser
diferente. “¡Ay! ¡Si pudiera tener las patas del otorongo, las alas del águila
y la cola del paiche!”, se lamentaba rayito.
Es que ya estaba aburrido de saltar
todo el día; quería correr, volar y nadar.
Los demás conejos le decían:
-
Pero Rayito, ¡ser un conejo como todos nosotros es
divertidísimo!.
-
Un día, una bruja escuchó los lamentos de Rayito, así
que apenas se durmió, le echó unos polvos mágicos.
A la mañana siguiente,
Rayito se dio cuenta de que … ¡tenía cola de pez, patas de otorongo y alas de
águila!.
-
¡Qué dicha! ¡Por fin se ha cumplido mi sueño! –
excelente exclamó Rayito.
Probó correr con sus patas de
otorongo, pero se tropezó con su cola de pez.
Trató de nadar, pero el pedo
de las alas y sus grandes patas no lo dejaron flotar y se empezó a ahogar.
-
¡Auxilio! – grito desesperado.
La bruja lo escuchó y lo sacó del
río. Al verla, Rayito se puso a llorar.
La bruja le preguntó:
-
¿Pero por qué lloras? ¡Si te he dado todo lo que querías!
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjip1_qZakGaHNFoTrABARZgKvZmASsf0ozXhlez1UtUx7pBFIn3M8gcNJRjyTKY3qYbyxGrYwvmYL5dz3CQSTZEGeVCMJqBGLWXjv5UbNlCzGbSQuK90s_OvFLEIwJsABYAlmACe5mNxzy/s1600/3.jpg)
-
Ah, ya veo, ¿Y eras más
feliz cuando eras un conejo como todos tus amigos? – le preguntó la bruja.
-
¡Sí!, Sí!
¡Mucho más feliz! – contestó Rayito.
Entonces la bruja, que no era tan
mala como parecía, le lanzó sus polvos mágicos. Así, Rayito volvió a ser un
conejo.
¿Pues con una gran fiesta en la que
comió muchas zanahorias con sus amigos!.
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