miércoles, 31 de julio de 2019

RECUERDOS DE MI JUVENTUD

RECUERDOS DE MI JUVENTUD

En un pueblo del norte, viví mis primeros diecinueve años, es fácil entender entonces, que ahí pasé mi infancia, mi niñez y mi adolescencia, tres etapas de mi vida, que son razón suficiente para recordar algunas vivencias personales y otras que eran compartidas con los amigos de ese entonces. Debo confesar, que la intención no es escribir sobre mi  vida personal, sino traer a sus memorias los recuerdos de aquella época, en la que alguno de ustedes, puede encontrarse involucrado y que de seguro sentirá la misma añoranza que yo siento en este momento.

Nunca pensé llegar a este instante, repito, no era mi intención escribir. Durante mucho tiempo me resistí a ello, o quizás ello se resistió a mí, lo cierto es, que hoy lo hago movido por las circunstancias, a raíz de los bondadosos comentarios que algunos paisanos me hicieron llegar sobre el articulo “Entre gustos y sabores”, que escribí hace un buen tiempo, pero muy especialmente lo hago, por atender el requerimiento de un amigo de infancia, a quien otros coetáneos, le dieron la misión de convencerme para que siga escribiendo.

Sin duda alguna, esos amigos hicieron una de sus mejores elecciones, pues sabían, que era difícil que me pudiera negar a atender el pedido de una persona, con la cual, gracias a Dios todopoderoso, hasta hoy compartimos algunos momentos de alegría o tristeza en forma personal o a través del Correo Electrónico.

Sinceramente pienso, que la escritura y la literatura son los mejores vehículos que nos conducen a registrar, en forma material a través de un documento, y en forma inmaterial cuando la memoria nos hace recordar, las vivencias pasadas de nuestra existencia, que lamentablemente hoy a nuestra edad, recién comprendemos  que es digna de ser vivida.

Entonces, me dije: ¿para qué resistirse?, la palabra escrita es la única que se puede practicar a solas, así que es mejor cumplir con lo prometido, máxime si tengo la palabra empeñada, con mi gran amigo de infancia, y es por su pedido especial que llego a este instante, de estar sentado frente a la computadora para dejar correr el hilo del recuerdo, en el carrete de la memoria e ir escribiendo las vivencias de aquella época que vienen a mi mente, época que data de 1950, en que por primera vez, vi la luz del mundo en ese “rinconcito eterno del Perú”, llamado Querecotillo,  Distrito de la Provincia Sullana del Departamento Piura.

Como es lógico suponer, varios de nosotros nacimos ese mismo año, otros amigos ya habían nacido tres o cuatro años antes, pero la verdad es que a la hora de juntarnos no se notaba mucho la diferencia de edad, todos nos revolcamos en la misma tierra del pueblo que nos vio nacer, ya cuando jugábamos un partido de futbol, o cuando jugábamos las “bolitas” de vidrio, conocidas en otros lugares como “canicas”, cuando jugábamos al “trompo”, o cuando hacíamos volar la “Cometa”, o corríamos detrás de un “suncho”, o de repente cuando jugábamos a pagar con envolturas de caramelos o frunas “field” o con las envolturas de cigarrillos.

De las “bolichas”, recuerdo que habían de todos los colores, generalmente las llevábamos en el bolsillo, y otros las guardaban en una bolsa de tela especialmente preparada para ello. Después de la escuela salíamos a la esquina en la que era usual escuchar: “para bolas” y los que aceptaban el juego, empezaban la competencia para lo cual marcábamos un círculo en el suelo. Cada uno de los competidores ponía una bola y las colocábamos en el centro,  a un metro del círculo trazábamos  una línea horizontal que era la que indicaba que de ese lugar debíamos disparar nuestras “tirancholas”, con la intención de golpear a las “bolichas” que estaban en el centro. Si con el impacto, alguna de las “bolitas”, salía del círculo, esa era nuestra, teniendo la oportunidad de seguir tirando nuestra “tiranchola”, tratando de sacar mas bolitas del círculo, la participación del jugador terminaba cuando no impactaba en ninguna de las bolitas, cediendo el turno al siguiente jugador.

El tiempo que duraba cada juego, era incierto, dependía de la habilidad de los jugadores para impactar las bolitas y vaya que habían unos muy hábiles. ¿y tú, como eras?, yo creo que a estas alturas, no hay razón para mentir, así que te invito a que conscientemente, te respondas si eras o no hábil en este juego.

Los juegos de esa época entre los siete y doce años, era muy variados y cada uno tenía sus meses de aparición durante el año, no se jugaban varios en la misma temporada, el calendario era muy estricto. Si era temporada de “bolas”, todos jugaban bolas, si era de “trompo”, todos jugaban trompo, si era de “cometas”, todos salían a hacer volar sus cometas, entre las cuales sobresalían los “Moscones” del “Moñón Bello”, con “flecos” almidonados, que en aire producían un sonido semejante al de un avión.  

Del “Suncho”, recuerdo que lo conducíamos con un alambre especialmente preparado para que haga las veces de timón. Nuestra sana inocencia nos hacía pensar que nosotros éramos transportados por el “suncho”, cuando en realidad nos transportábamos a pie empujando con el alambre al “suncho”. De la velocidad que le imponíamos, ni hablar, cada uno la desarrollaba de acuerdo a sus facultades físicas, así el niño de siete años corría mas rápido que el de cinco, el de nueve años corría mas rápido que el de siete, el de doce mas rápido que el de nueve y así sucesivamente. Cuando en un hogar habían dos o tres hermanos, como era mi caso, el mayor se ofrecía hacer el “mandado”, por que decía “papá yo voy mas rápido en mi “suncho”, como les repito, de niño, pensábamos que el “suncho” nos transportaba como si fuera carro, ¿se acuerdan ustedes?, como no disculpar esa inocencia, era la dulce y sana inocencia de nuestra edad.

Y así como habían unos mas veloces que otros, debido a la diferencia de edad, como ya les he explicado, habían otros que eran tan ingeniosos que llegaron a ponerle luces al “suncho”, ya les he dicho que lo considerábamos un vehículo, para ello, le amarraban un tarro de leche “gloria” al cual le sacaban la tapa de un solo extremo, y sobre el fondo le colocaban una vela o fabricaban una “mecha” enrollando un pedazo de tela mojada con kerosene, la cual colocaban adecuadamente en el tarro y la prendían por la noche, para que se aprecie la luz. Del ingenioso, su creación solo le duraba veinticuatro horas, por que al día siguiente por la noche aparecían infinidad de “sunchos” que ya tenían luces, debido a que los demás niños y jóvenes ya habíamos copiado su invento, y vaya, que se notaba unos más potentes que otros, porque les habían colocado una lámpara a Kerosene, (“mechón”).

Mi añoranza en el “juego de bolitas”, me hace recordar en este momento a: Enrique Sullón, a Hipólito Rojas, a Segundo Sánchez, a Máximo Antonio Calderón Carreño, “Tuco”, que en paz descanse, Alofernes Berrú, a Walter Palomino, que en paz descanse, y al “flaco” Mañuco Chunga, pero que conste, que he precisado que son los que recuerdo en este momento.

Estoy seguro que así como yo, tú también en este momento, estarás recordando con quien jugabas “bolas” o corrías el “suncho” en tu niñez, pues generalmente eran amigos del barrio o de tu calle, o a lo mejor estas recordando con quien ibas a ver las “Seriales” y películas mejicanas en el Cine de Lucho Chau. Si en verdad, los estás recordando, entonces me sentiré contento de haber logrado hacer tuya esta añoranza. Si no fuera así, también te digo que, no hay porque preocuparse, pues si Dios quiere y él lo permite, muy pronto hablaremos de los partidos de Futbol que jugaban los mayores, del “Boys Fátima”, con Manuel Curay, “Carretilla”, Rolo Carreño, Lucho y Pepe Tejero, Leyton, “Gilo” Niño, Juan “Pelón” Zapata, Pepe Cumpa, el “Huaco Veintimilla”, “Chundo” de los Santos, Benito Urbina, Bermejo, “Conda”, Rafael Morales y Manuel “Alo”,  “La Palizada”, con “Goyo” y el “Pelao” Madrid, “Chacaritas”, Pedro “Majafierro”,  “El Flamengo”, con Marcos Seminario, Burgos, “Eo” Valdéz, Orlando Alama “La Pulga”, “El Serio” Manuel Rojas, sin olvidar al “With Start”, y los que jugábamos nosotros en la “Cancha de la Ramona”, y en la Plaza de Armas, con las correteadas que nos daban el Guardia Silva y el “Cojo Díaz”, que en paz descanse. También viene, las “Cometas del moñón bello”,  y las “flechas Chiroqueras” de Pedro Eugenio, que en paz descansen.

Asimismo, recordaremos los “Paseos de Antorchas” y las Retretas de la Banda de Músicos del BIM-35 en la Plaza de Armas de Querecotillo, que era la alegría de la gente, y que se repetían los Martes, Jueves y Sábados, donde “jorruchepe” y Farro, cuyos padres eran músicos de la Banda, se lucían bailando  marinera, es por eso, que tampoco dejaremos de nombrar la conmovedora despedida que le dio el pueblo de Querecotillo, al mencionado Batallón cuando se trasladó a Chocope.

Asimismo, recordaremos, cómo era la elección de la Reyna de Querecotillo con venta de votos a real, recuerdo que las candidatas se inscribían y los votos se vendían, costaban diez centavos y generalmente quienes definían la contienda eran los militares, a quienes siempre les gustaba andar con las chicas bonitas del pueblo, recuerdo que cuando tenía diez años, fui testigo presencial de oír a un Comandante del Ejército decirle a mi prima Jaél Carreño, que era candidata, “no te preocupes, faltando diez minutos para que se cumpla la hora de entrega de los talonarios, vienes y me buscas, yo no me voy a mover de aquí del KIOSKO de don Márquez, y todos los votos que te sobran, yo te los compro”, así fue, y ella ganó.

Y por cierto, los Carnavales de aquella época (1959 a 1963), eran maravillosos, decentes y de nivel, se jugaba  con  Chisguetes “AMOR DE COLOMBINA” Y “PIERROT”, que se vendían en el KIOSKO “EL PROGRESO”, de mis padres, y en la tienda del “Chino Chong”. Era curioso, ver tirar los rollos de serpentinas, cuya intención era que la señorita leyera el mensaje impreso en la cinta que le enviaba su supuesto galán y ella a su vez buscaba en otra cinta la respuesta, la misma que también era enviada a través de las serpentinas. Ahora me doy cuenta, que ahí se había dicho todo, para luego concretarse lo demás en el Baile de “Coronación de la Reyna”, el mismo que comenzaba a las diez de la noche, y las damas eran invitadas previamente con tarjeta.

La Fiesta de Carnaval era amenizada por competentes orquestas de la época entre las que destacaban: “Don José y sus Rítmicos”, “Ritmos de Juventud”, “Los Elvis”, y “Los Naranjos”, todos ellos conjuntos musicales de Sullana. Recuerdo que en ese entonces, era famosa la Fiesta de Carnaval que organizaban “Los Marcianos” de Sullana, al “aire libre” y cuyo lema era: “Vaya como quiera, pero vaya”.   

En este sentido, como te repito, amigo lector, no hay de que preocuparse, estoy seguro, que en alguno de esos relatos, estarás involucrado y con alguno de ellos te identificarás, por eso, me gustaría que me hagas llegar tus comentarios, y me cuentes las vivencias y recuerdos de tus primeros diecinueve años, precisando los acontecimientos de tu infancia, niñez y adolescencia, que han marcado parte de tu vida y han quedado grabados para siempre en tu memoria.

Es muy posible, que en este instante, ya te hayas olvidado o poco te importe saber el nombre del amigo que me pidió que escribiera este artículo, pero soy sincero en decirte que yo no me he olvidado, lo que pasa es, que no me atrevo a decirlo para no herir susceptibilidades, les reitero, que los comentarios que ustedes hicieron al  primer artículo “Entre gustos y sabores”, han contribuido directamente a que me anime  nuevamente a escribir, mas vosotros también deben estar conscientes que en una reunión fraternal que tuvieron últimamente todos los familiares Gallo-Seminario, ahí le dieron la misión a ese amigo para que me convenciera a escribir, lo que significa que ustedes ya saben de quien se trata, él también lo sabe qué me estoy refiriendo a su persona, porque después de darle mi respuesta afirmativa, me pasó un E-mail diciendo: “El milagro ya se hizo, lo demás se está escribiendo”, créanme que lo sentí tan sincero ese mensaje, que no me queda sino decirles que Rolando García Gallo, es el culpable de que ahora estén dedicando parte de su precioso tiempo en leer estas líneas. Un Abrazo.

Escribe: Ronaldo MÁRQUEZ MORÁN.








Publicado por: Walter Carreño Díaz

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